
Si googleamos «excursiones cerca de Madrid» aparecerán indefectiblemente Toledo, Segovia, Buitrago de Lozoya, Chinchón, Aranjuez… si tenemos suerte Patones de Arriba.
Pero qué pasa con Cuenca? Cómo es posible que no aparezca en ninguna lista?
Este post viene a poner fin a la injusticia. Cuenca es sin dudas, un destino imprescindible si vienen a Madrid. En los párrafos que siguen les voy a contar nuestro day trip por la ciudad un sábado de mayo. Spoiler alert: atajen el spam de fotos.



Primero les cuento un poco sobre Cuenca. Es la capital de Castilla-La Mancha y se encuentra a sólo 170km de Madrid. Nosotros fuimos en coche (tardamos 1.45 h por la autovía sin peaje) pero se puede llegar en tren rápido (AVE) desde Atocha o en autobús desde la estación Fermin Caballero.
Su origen es musulmán. De hecho su nombre se desprende del término Qūnka, que significa «valle profundo entre montes». No podría ser más descriptivo: Cuenca está rodeada por los ríos Huécar y Júcar, que forman dos cañones de más de 100m de profundidad.
La distribución de la ciudad tal como la conocemos se estableció con la conquista de Alfonso VIII en el SXII, en donde se relegó al pueblo moro a la zona de la actual Plaza de Mangana y a la judería a los alrededores de la calle Zapaterías.



Llegamos a la ciudad cerca del mediodía y aparcamos el coche en un parking de pago cerca de Plaza España. Desde ahi subimos por la calle de Alfonso VIII. Pasamos por la torre de Mangana, el Convento de las esclavas hasta llegar a la Plaza Mayor atravesando el arco del Ayuntamiento.
Nos resultó curioso que, a diferencia de otros pueblos, se puede atravesar la plaza central y el casco histórico con el coche.
Antes de que me regañen, voy a aclarar: Cuenca es una ciudad, pero su aire tranquilo y el espíritu medieval tan conservado hacen que se sienta como un pueblo.


La Plaza Mayor cuenta con algunas particularidades: en principio tiene forma triangular, ya que todo el casco fue construido a partir del encuentro de los 2 ríos. Los edificios no son oscuros y señoriales como en la mayoría de los centros medievales, sino de colores vibrantes, que contrastan con la imponente Catedral de Santa María y San Julián (SXII-XIII).
En la plaza encontraremos, cafeterías, restaurantes y tiendas de souvenirs. A lo largo de todo nuestro recorrido escucharemos las fuentes de agua potable correr. No duden en refrescarse y beber con frecuencia. Si bien estamos en altura, el calor es bastante fuerte entre los muros de la ciudad y la caminata es intensa. Con muchos desniveles.


Rodeamos la Catedral y desde la calle Canónigos llegamos al punto turístico más importante: Las Casas Colgadas. Hay discrepancias en cuanto al origen de estos edificios. Algunos aseguran que son musulmanes y otros que pertenecen a la Edad Media.
Sea cual sea su historia, estas casas son sencillamente espectaculares. Sus balconcitos se asoman al cañon del Rio Huecar y parecen que están levitando sobre la roca.
Su arquitectura es mezcla de estilos mudéjar, gótico y renacentista… todos conviven perfectamente.
Durante muchos años estuvieron abandonadas hasta que a mediados del SXX se restauraron. En dos de ellas se encuentra el Museo de Arte Abstracto Español.

Pero las Casas Colgadas no es lo único que impresiona en esta postal. Frente a ellas, se levanta el Puente de San Pablo. Una estructura de hierro que conecta los 110mt que separan las dos orillas del Río Huécar a más de 40 mt de altura.
El puente original era de piedra, pero se demolió en el SXIX y se construyó el actual, en hierro.


Al otro lado del puente se encuentra el Convento de San Pablo, perteneciente a la orden de los dominicos, que ahora funciona como Parador Nacional (Subida a San Pablo, s/n, 16001 Cuenca).
Cruzando el puente se obtienen las mejores vistas de las Casas. Eso si, no es apto para quienes sufran vértigo (léase Germán y Pedro).


Después de sacar cientos de fotos de todos los ángulos posibles, seguimos subiendo hasta toparnos con los restos del antiguo castillo y los pocos vestigios de la muralla musulmana que queda en pie.
Poco más adelante, desde el Mirador Barrio del Castillo (C. Larga, 37, 16001 Cuenca) tendremos una vista panorámica de las dos orillas del Río Huécar. Realmente vale la pena.
Justo enfrente del mirador, hay varios lugares para comer. Nosotros elegimos el Mesón El Caserío (C. Larga, 25, BAJO, 16001 Cuenca) donde comimos unos pinchos morunos (carne de cerdo adobada) con ración de patatas bravas y una tarta de queso espectacular! Muy bueno el servicio, la comida y las vistas!
Un tip que les puede interesar: sobre esta calle el parking es libre, pero hay que ir temprano o a la tardecita porque se llena.



Después de recobrar fuerzas, el cielo comenzó a ponerse negro. Decidimos emprender la bajada por la Ronda de Julián Romero, un camino que da acceso a varios pasadizos y miradores con vistas increíbles al río.
Uno de los pasadizos más renombrados es el del Cristo, en donde se puede leer la leyenda de un amor que terminó en tragedia.



Llegamos al estacionamiento a las 18, justo cuando comenzó a llover.
Nos fuimos realmente impresionados con Cuenca, pero sabiendo que tiene mucho más para recorrer: senderos para hacer trekking, parques naturales, museos y fiestas populares.
No necesitamos excusas para volver pronto.
Ahora yo les pregunto: acaso no tengo razón cuando digo que esta ciudad merece estar dentro de los imprescindibles en su próxima visita a Madrid?
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